A veces, cuando la penumbra roza tu alma, debido a los problemas, la crisis, el desencanto, la desilusión, la falta de un trabajo que te ayude a dar sustento a tu familia, piensas que la familia es un hombro sobre donde soltar esa lágrima sostenida durante tanto tiempo, que corroe tus entrañas y no las dejas ver ante tus descendientes y cónyuge para evitarles ese dolor.
Antes se recurría a el padre o hermano mayor para pedir ayuda o consejo ante una situación difícil, o para buscar una solución a un problema, que aveces por su complejidad era muy difícil resolverlo por uno mismo. Se sentaban junto al brasero o una buena chimenea y al calor de la lumbre se vislumbraban las posibles soluciones ante ese problema. Era tu hermano, tu padre, tu amigo, tu consejero .........., pero por desgracia, por lo rápida que va la vida, por los problemas, por las envidias, por la opiniones de unos y otras, parecemos desconocidos, que comparten mesa solo en celebraciones familiares, en navidades y otros eventos que ni unos, ni otros conocían.
Padecemos el mal de no escucharnos y lo mas peligroso ni hablarnos, ni compartir momentos bonitos que ya no volverán. Solo pensamos en quien tuvo la culpa, en quien fue el responsable y mientras tanto corre el tiempo y la distancia aumenta.
Pasamos de vernos como familia a vernos como enemigos aferrimos, que compartimos cosas, negocios y que salieron mal, por culpa de todos y por culpa de nadie, y en vez de mirar adelante y solucionar los problemas, los agravamos y actuamos solo con el despecho, con el alma turbia y con ganas de venganza, una venganza inútil, inmerecida, innecesaria.
Recurres con el alma desolada ante esa persona con la que has pasado tanto tiempo, con la que has compartido tantas cosas y en vez de un familiar, te encuentras a un extraño, que solo busca limpiar su imagen como si de un líder, un dios, un héroe fuera, como aquel que tuviera algo de lo que arrepentirse por haber hecho algo mal, y lo que no se da cuenta es que aveces las cosas vienen mal y otras veces por el absolutismo y el orgullo nos creemos en posesión de toda la verdad y es que toda la verdad nadie la tiene.
Otras veces te dan ilusiones y palabrería y en el momento de la verdad, como de un sueño, te das cuenta que te han mentido. Se han llevado esa ilusión, ese momento y te dejan abatido, desconsolado, desolado, triste y sin ganas de seguir adelante, porque no esperabas esa traición por parte de ese familiar que tanto has querido.
Yo lo único que puedo decir, es que en mis momentos dificiles mis padres han estado cuando los he necesitado y han podido, pero sobre todo algunos de mis amigos (muy, muy pocos).
Lo de amigos de copas esta bien para aquel que le gusta la diversión, pero para mi, mis amigos son mis hermanos, esas personas donde llorar cuando las cosas no les van bien a uno, donde recurrir cuando necesitas apoyo.
Unos en la distancia (que es mucha) y solo por Internet, otros semana si, semana no, otros cuando pueden, otros con su llamada inesperada, otros que los ves una vez al año, el caso es que cuando necesito ayuda ahí están, o por lo menos se preocupan de como estoy.
El caso y cada vez lo tengo más claro, es que la sangre cada vez me tira menos, mi familia son los que me lo han demostrado y por lo menos se acuerdan de ti o te llaman para ver como estas aunque pase mucho tiempo y te da alegría verlos, los demás son simples conocidos, con los que aveces tienes que compartir espacios que no deseas.
Cierto es que quien tiene un amigo, tiene un tesoro y gracias a la vida hace unos días uno de mis hermanos (amigos) me hizo un regalo que no esperaba, que me ha ayudado a ver como mis retoños y mi amada esposa esbozaban esas sonrisas que iluminan el mundo.
Estamos pasando tiempos dificiles que deberían unirnos en vez de separarnos, pero esta crisis no solo va a afectar a las economías, sino también a las familias, a las personas, a los amigos, a los sentimientos.
Todo esto debe de pasar y hacernos reflexionar sobre el cambio que estamos sufriendo y que vamos a sufrir aun más, para recuperar valores y personas que por las cosas de la vida dejamos en el camino, sin quererlo.